La posible existencia de tendencias en la magnitud y frecuencia de eventos climáticos extremos es uno de los aspectos más debatidos del cambio climático. Así sucede con la sequía, uno de los fenómenos climáticos más difíciles de cuantificar. Existe en la actualidad una controversia científica acerca de la tendencia global de la sequía, que no es fácil de resolver debido a los numerosos factores climáticos que influyen en la sequía (temperatura, viento, humedad, insolación).
En un reciente trabajo, científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC), las universidades de Girona y de Lisboa, la Agencia Estatal de Meteorologia (AEMET) y el Instituto Português do Mar e da Atmosfera han confirmado que la severidad de la sequía se ha incrementado en las últimas cinco décadas en la Península Ibérica (Figura 1 A y 1 B). Para este estudio se han utilizado datos climáticos medidos en estaciones meteorológicas de toda la Península a partir de los cuales se han calculado índices de sequía (SPI y SPEI). El análisis de los factores causales demuestra que este incremento de la sequía ha ocurrido, fundamentalmente, como consecuencia del incremento de la demanda evaporativa por parte de la atmósfera, como demuestra la desviación sistemática de la superficie afectada por sequía mediante el índice SPI (que contempla sólo la precipitación) y el índice SPEI (que contempla, además, la demanda evaporativa).
Además, mediante registros de caudales en 287 ríos peninsulares se comprobó que la frecuencia de la sequía hidrológica y su severidad también se han incrementado en las últimas cinco décadas, tanto en cuencas naturales como en cuencas reguladas. La reciente tendencia positiva en la demanda de agua por parte de la atmósfera ha tenido una influencia directa sobre la evolución temporal de los caudales, claramente identificada durante la estación cálida, en la que se registran los mayores niveles de evapotranspiración.
Este patrón de aumento de la demanda evaporativa y mayor severidad de la sequía es probablemente extensible a otras regiones semiáridas del mundo, aunque este extremos está siendo objeto de estudio en la actualidad y no existen conclusiones generales.
Figura 1:
A) Evolución del indice de Precipitación Estandarizada (SPI) (columnas azules) y el índice de Precipitación Evapotranspiración Estandarizada (SPEI) (línea de color negro) para la Peninsula Ibérica desde 1961 a 2011. El SPEI se obtuvo utilizando la ecuación de Penman-Monteith para calcular la evapotranspiración de referencia. Los valores positivos indican condiciones más húmedas de lo normal, mientras que valores negativos indican condiciones más secas (sequías).
B) El porcentaje de superficie afectada par sequías 1961–2011, basado en el SPI (azul) y el SPEI (rojo). La superficie afectada fue seleccionada sobre la base de un umbral SPI SPEI de ‑1,28, lo que corresponde al 111% de los eventos.
C) Diferencia entre la superficie afectada por las sequía mediante el SPI y el SPEI. Mientras el primero se basa sólo en las anomalías de precipitación, el segundo incorpora además cambios en la demanda evaporativa atmosférica.
Este trabajo ha sido publicado en:
Vicente-Serrano SM, López-Moreno JI, Beguería S, Lorenzo-Lacruz J, Sánchez-Lorenzo A, García-Ruiz JM, Azorín-Molina E, Morán-Tejeda E, Revuelto J, Trigo R, Coelho F, Espejo F. Evidence of increasing drought severity caused by temperature rise in southern Europe. Environmental Research Letters 9(4): 44001 (2014).
Sin comentarios